lunes, 24 de octubre de 2011

UN CUENTO :-)

El fular mágico.
Érase una vez una mujer embarazada llamada Jade, que vivía sola y a la que nunca habían abrazado con verdadero amor. Aún así la muchacha era toda alegría y tenía muchas esperanzas respecto a su vida. No sabía como iba a cuidar a ese angelito que venía de camino, pero no tenía miedo y sí mucha fuerza. La fuerza que le daban dos corazones.
Un día paseando hasta su casa se percató de que habían derrumbado un antiguo edificio que estaba en ruinas y en el que hace muchísimos años, había vivido una familia humilde, honesta, alegre y querida en el pueblo. Tanto es así que la llamaban la casa de los felices.
Esta familia había tenido cuatro hijos y por los años en que Jade era una chiquilla, recuerda que Didy era el mayor y tenía 10 años, Lana la segunda con 8, Storch que tenía 5 y Zara que era la pequeñina que había llegado hacía sólo unos meses.
Recuerda pasar por enfrente del jardín y ver a Didy meciéndose tumbado en una especie de hamaca mientras se comía una manzana a la sombra de los árboles.
También recuerda a Lana columpiándose en la misma hamaca pero colgada de otra forma y haciendo un esfuerzo pudo recordar haber visto a Storch durmiendo y tapado con la misma tela y a Zara envuelta en el cuerpo de su madre desde que nació. Aquellos niños eran realmente felices y si en algún momento no lo eran tanto, iban corriendo hacía mamá o papá y sacaban aquel trapito tan recurrente.
¿Qué sería aquel trapo? Nunca se había percatado pero el instinto maternal que ya iba reconociendo en su interior, la había llevado hasta aquel recuerdo.
De pronto alguien exclamó:
- Para, para, que ahí hay algo.
Era uno de los trabajadores que avisaba al de la maquina para que parase un momento ante algo que había visto que le llamó poderosamente la atención. Era una caja de madera en la que ponía “E.L.”.
Jade se acercó un poco mas para ver de cerca que ocurría y vio como el muchacho cogía la caja y tras abrirla sacaba el trozo de tela que ella recordaba.
Estaba en perfecto estado, era morado con un dibujo azteca en color amarillo que lo hacía enigmático. En ese momento él miró hacía donde estaba ella y al verla con cara de asombro y sorpresa, le dijo: ¿Lo quieres?
Jade se acercó tímidamente y le dijo que sí, que le encantaría tenerlo. Él le dijo:
- Me llamo Zinno, si quieres cuando acabe de trabajar te lo llevo.
- Sí gracias, vivo aquí en frente en el 1º izq. Llama y bajo.
Y así hizo Zinno una vez acabada su jornada laboral.
Aquella tarde la pasaron los dos sentados en las escaleras hablando cada uno de si mismo y sus circunstancias mientras acariciaban aquella tela sin darse cuenta y al finalizar el día ya eran buenos amigos.
El día que nació Rubin Mandarine, Jade estaba sola en casa y la pilló desprevenida de madrugada y sola. Por la calle pasaba Zinno rumbo a su casa después de haber estado buscando una farmacia de guardia en busca de algo que le aliviara un terrible dolor de muelas y al oír los gritos supo inmediatamente que se trataba de Jade y el dolor de muelas se le olvidó. Fue corriendo a ayudarla. Al llamar a la puerta está gritó desde dentro que no podía levantarse y que por favor la ayudara.
Casualmente Jade había tendido el trapo en la terraza esa misma mañana y como hacía bastante viento lo había atado a la barandilla.
Zinno salió por el portal en busca de ayuda cuando se dio cuenta y de un salto lo agarro y comenzó a subir por él.
Jade se alegró muchísimo de verlo y justo en ese momento apareció la cabecita de Rubin. Zinno ayudó a Jade a reincorporarse junto a su pequeña, y embriagados por la emoción lloraron los dos abrazando a Rubin. En ese momento Jade se dio cuenta de que nunca la habían abrazado así y supo que su destino había cambiado en ese preciso instante. Al cabo de un rato los tres estaban dormidos y una suave brisa rozó sus cuerpos. Zinno se despertó, descolgó aquella tela maravillosa y se taparon.
Al cabo de unos días en el solar donde trabajaba Zinno apareció un sobre grande.
Lo abrió y descubrió que eran instrucciones para usar aquellos metros de tela que tanto uso tenia ya. Se lo llevó a la que a partir de ahora era su mujer y a la que a partir de ahora era su hija y de inmediato Jade se entrelazó con su pequeña en un nuevo abrazo indescriptible que tampoco antes había experimentado nunca.
En el sobre ponía algo mas. Volvía a poner “E.L.”
Indagaron, leyeron y releyeron hasta que dieron con una foto de la familia “feliz” con un telar en casa, tejiendo dicho trapo y al reverso de la foto ponía:
- Mi fular mágico, tejido por mí, con la ayuda de mis niños y mi marido.
Esto si que es un “Edición Limita” “E.L.”!!! Porqué yo lo valgo.
FIN.

Escrito por Aratxa Silva

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