viernes, 18 de noviembre de 2011

Una historia marsupial

Por lydia...


Había una joven cangura que toda su vida se había criado e ido creciendo fuera de su habita. Vivía en un mundo en el que resto de animalitos estaban envueltos en vidas complicadas donde el trabajo, la sociedad y las modas ocupaban sus vidas y que terminaron por criar a sus hijos dandole vidas independientes, acelerando el proceso de madurez para que fueran abandonando el nido.

La joven cangura no entendía nada ella sentía un apego con su familia que le llevaba a abandonar su vida establecida para atender a su familia y en una de esas llamadas de la sangre la joven cangura se marchó a una ciudad lejos de su ambiente, sus amistades y todo lo que ella conocía como vida.

Al poco tiempo de estar allí conoció a un joven animalito impetuoso, muy seguro de si mismo y ella quedó cautivada encontrando en él, el cobijo y la seguridad que tanta falta le hacía para adapatarse a este lugar de vidas independientes y poco próximas.

En enero de 2010 la joven cangura notó que su cuerpo empezó a cambiar, sin saber lo que pasaba todavía sintió que su amor se multiplicaba, sus ganas de estar junto a su familia aumentaba, su afán por lograr su propio hogar crecieron hasta límites insospechados y a primeros de febrero le confirmaron la llegada del joven cangurito.

Los días fueron pasando y las hojas del calendario fueron cayendo una a una hasta llegar el mes de septiembre cuando el joven cangurito irrumpió en el mundo con la fuerza de un ciclón. La joven cangura se convirtió en mamá cangura y el cangurito fue acogido en un lecho de amor y calor que el ofrecían toda la dulzura de un hogar.

Pero mamá cangura se encontró que su instinto de protección, apego y proximidad chocaba con lo establecido socialmente de cachorritos en carros, habitaciones independientes y al calor de un calefactor con biberones de leche de formula. Mamá cangura quería abrazar a cada momento a su niño, calmarle el llanto con su calor y alimentarlo en su pecho hasta decir basta pero todo el mundo la acusaba de malcriar, crear una dependencia que no deja evolucionar a la cría y según los demás le creaba situaciones de ansiedad.

Mamá cangura se encontró sola ya que el joven animlito por su inexperiencia como padre o su miedo a hacer las cosas mal apoyaba las teorías de los más mayores del grupo que le aconsejaban que dejasen al cachorrito llorar para fortalecer sus pulmones, que se le diera una alimentación complementaria para estar bien alimantado y que se quedara en el carrito sin coger para que aprendiera a distraerse solo.

La cangura estaba muy triste tenía mucha necesidad de la proximidad de su hijo, su cuerpo le decía que no se equivocaba y su instinto le llevaba a reaccionar y a enfrentarse con todos los que coartaban su libertad de madre. En marzo la joven cangura se quedó sola con su cachorro a merced de todos los animalitos que alegaban saber más que ella y que todo lo hacían por su bien y empezó a tener que dejar a su bebé largas tardes con otros animalitos para que se acostumbraran a otros animales y no sufrieran por la separación. Pero como la naturaleza es sabia hizo que en el mes de abril el carrito que se le asignó al cachorrito se rompiera milagrosamente y a mamá cangura no le quedó otro remedio que tener que llevar a su cangurito en brazos, pero ¡tanto tiempo se le había negado esa oportunidad! que ya no sabia como hacerlo se había dejado aconsejar y ahora temía que su cachorrito rechazara el calor de sus brazos y salió a buscar a otras canguritas que la ayudaran a portar a su pequeño tesoro. Cuando las encontró les pidió ayuda y ellas desinteresadamente le enseñaron todo lo que sabía sobre crianza natural y sobre porteo del bebé y ese vinculo que tanta falta le hacía a la mamá cangura se fue reforzando día a día hasta hacerse tan fuerte que por más que le pese al resto de animalitos será imposible disolver.

El joven cangurito busca los brazos de su mamá, duerme en su pecho y pasea jugando con su pelo cuando lo lleva en su espalda. Ve el mundo igual que lo ve su madre no relegado a un carro viendo rodillas y cuerpos sin terminar.

Entre la mamá y su cachorrito se ha reforzado el amor, la comunicación, la seguridad de los dos, mamá se siente fuerte pudiendolo proteger y el pequeño canguro se siente seguro en el pecho de mami.

Cada día que pasa me siento más felíz de ser una mamá cangura y le doy las gracias a todas las canguras que fuí encontrando en mi camino y doy la bienvenida a todas las que se vayan uniendo porque criar desde el corazón es la mejor forma de criar.

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